Esta fiesta, que fue proclamada Patrimonio Cultural Inmaterial de La Humanidad por la UNESCO en 2020, es una fiesta ecuestre que tiene lugar en Caravaca de la Cruz (Murcia) durante las celebraciones de las fiestas mayores de la Santísima Vera Cruz (entre el 1 y el 3 de mayo). Los caballos y las elaboradas capas de seda y oro que portan son las señas de identidad de la fiesta. Los animales desfilan por las calles de Caravaca de la Cruz completamente enjaezados y acompañados por sus cuatro adiestradores.
El día 2 tiene lugar la carrera a toda velocidad hasta el castillo: cada caballo atraviesa el gentío acompañado de sus adiestradores en un visual espectáculo que congrega a miles de personas.
El día 3 se dedica a los más pequeños con desfiles y actividades para el público infantil. Además, se premian los mejores enjaezamientos.
Existe una leyenda que sitúa el origen de los Caballos del Vino en el siglo XIII, época en que Caravaca pertenecía a la Orden del Temple. Cuenta que tropas musulmanas del Reino de Granada cercaron el castillo donde se había refugiado toda la población. Al acabarse el agua durante el sitio, los templarios decidieron salir a buscarla aprovechando la oscuridad de la noche, pero solo encontraron vino, pues las fuentes y ríos habían sido envenenados. Cargaron el vino sobre los caballos y regresaron al castillo, corriendo velozmente cogidos a los animales, dos en la parte delantera del caballo y dos en las partes traseras. De esta manera protegieron sus cargas, que en ese momento eran tan valiosas, y consiguieron romper el cerco enemigo.
El vino fue bendecido por la Stma. Cruz de Caravaca que, según la leyenda, perdió sus propiedades alcohólicas, se repartió entre los enfermos y sedientos que se encontraban en la fortaleza e hizo que sanaran inmediatamente.
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