top of page

La historia de los belenes

En España es tradicional montar belenes en los hogares familiares para celebrar la Navidad. Los belenes son representaciones escultóricas y figurativas del nacimiento de Cristo que han tenido notable importancia desde hace siglos en las costumbres populares. España es uno de los pocos países donde se conserva, aún en todo su esplendor, la tradición de montar ‘nacimientos’, ‘belenes’ o ‘pesebres’.



Ya en el siglo II se adoptaron temas del nacimiento de Cristo, y podemos apreciar algunas muestras de estas representaciones en la Catacumba de Priscila, en la que aparece por primera vez la Virgen con el Niño en brazos y, a su lado, el profeta Isaías apuntando con el dedo hacia una estrella (180 o 200 d.C.).


Dice la historia que San Francisco de Asís, tras su peregrinación a los Santos Lugares, celebra la Eucaristía en la nochebuena de 1223 en una cueva del pueblo italiano de Greccio, próximo al convento del santo. Prepara una representación viviente de un pesebre con una mula y un buey, considerándose desde entonces esta representación como el origen del belenismo.


Durante los siglos XIV y XV las iglesias italianas se llenan de hermosos belenes fijos, como los de Andrea della Robia en el Duomo de Valterra. Con el barroco se impulsó de forma definitiva la realización de belenes. El auge de la escultura y la incorporación del espacio escénico y los detalles introducen el belén en las casas señoriales. De estas a la burguesía y de aquí al pueblo, produciéndose un gran desarrollo en los siglos XVII y XVIII hasta nuestros días.


En España, el belén es introducido por la orden franciscana en el siglo XV. Del siglo XVI todavía se conserva el Belén de Coral en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, todas las figuras están talladas en coral, plata y bronce, desconociéndose su autor o autores.



Autores como Martínez Montañés en el siglo XVI, Luisa Roldán "La Roldana" en el siglo XVII, contribuyeron con sus esculturas al auge que posteriormente tomaría la instalación de belenes. Como anécdota de este siglo XVII, basta observar que en el inventario de bienes de Lope de Vega constan las figuras de un belén que se ponía en su casa.


Felipe V, en su viaje a Italia en 1702, recibió como regalo un belén napolitano. Será su hijo Carlos III, rey de Nápoles desde 1735, quien traiga un belén en 1760 para colocarlo en el Palacio del Buen Retiro en sus primeras navidades como Rey de España.



Antes de esa época, la belenística estaba limitada a los monasterios de clausura y a reducidos conjuntos de imágenes que eran propiedad de algunas de las familias nobles de Madrid. Sin embargo, los nacimientos de origen napolitano, que se caracterizan por contar con gran cantidad de figuras, no tardaron en ser adoptados en todos los lugares como elemento imprescindible para celebrar la Navidad.


Las figuras del belén son piezas con movimiento en sus articulaciones para poder adecuar cada una de ellas a la escena que interesa representar. Las napolitanas están realizadas a la manera tradicional: cuerpo de alambre y estopa, cabeza de barro y extremidades en madera, vestidas con ricas telas, mientras que las genovesas son articuladas, con sistema de rótulas, pero todas talladas en madera y vestidas con tejidos suntuosos.


El Belén del Príncipe se fue incrementando con el paso de los años con figuras realizadas por artistas españoles, principalmente José Esteve y José Ginés. Se ha llegado a decir que el Belén del Príncipe tenía la gran cifra de 5.950, si contamos todos los elementos, como animales y finimenti que adornaban cada una de las figuras, o escenas como la posada, la taberna, el mercado, etc. El paso del tiempo, el cambio de gusto e incluso la ausencia de interés por este tipo de manifestaciones culturales y religiosas, son algunas de las causas por las que el Belén del Príncipe perdió parte de sus piezas.



Durante el periodo navideño (excepto este año debido a la pandemia) se puede visitar este famoso belén en el Palacio Real de Madrid.

Comments


bottom of page