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Palabra de la semana: Honor

El vocablo honor se basa en la idea de un vínculo entre un individuo y la sociedad, que se manifiesta como un código de conducta y tiene como elementos el valor, la honestidad, la compasión y, sobre todo, la fidelidad a la palabra dada.

A los individuos, la sociedad les asigna un grado de dignidad y respetabilidad en función de la armonía de sus acciones con sus palabras.



En nuestra lengua, el honor se vincula con el concepto medieval castellano de mesura, heredado de la hybris griega, así como las ideas de decoro, decencia y dignidad humanas.


La palabra de esta semana, una de las pocas que nos llega del latín sin ningún cambio, proviene de honor, honoris que, para los romanos significaba ‘consideración, respeto, atención’ y también ‘las honras y dignidades concedidas por el Estado’ como representante de la sociedad.


No hay certeza sobre el origen más remoto de este vocablo, pero el etimólogo británico Eric Partridge sugiere la raíz prehistórica indoeuropea hen- que aludía a la noción de ‘hincharse’, que en algún momento se debe haber asociado a la idea de ‘henchirse de orgullo’.


Aprovecho para contar aquí que los romanos llamaban ‘maldad cartaginesa’ a la violación de la palabra dada y, por tanto, a la falta de honor. Esta expresión procede de un hecho muy famoso en la historia de Roma narrado por Marco Tulio Cicerón en su De Senectute. Marco Atilio Régulo cayó prisionero de los cartagineses que lo enviaron a Roma para gestionar la paz y el rescate de prisioneros. Los cartagineses le pusieron una condición: si fracasaba tenía que volver de nuevo a Cartago. Marco Atilio fue a Roma, convenció al Senado de su ciudad para que desoyera las proposiciones de los cartagineses y, fiel a su palabra, regresó a Cartago donde los cartagineses no tuvieron ninguna piedad con él y lo sometieron a los más horribles tormentos.

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