Desde los tiempos más remotos, la mora, el fruto del moral (o morera negra), prestó su nombre a numerosas palabras de diversos idiomas. Los pueblos prehistóricos indoeuropeos llamaron moro a este fruto originario de Egipto, nombre que llegó al latín como Mōrus rubus. El nombre del color morado proviene del color de la mora, y de allí también moretón, la marca de color morado causada en la piel por un hematoma (la acumulación de sangre causada por la rotura de vasos capilares que aparece como respuesta corporal resultante de un golpe o contusión).
Una variante de la misma familia botánica con fruto parecido al higo fue denominada en latín sycomorus, del griego sykon ‘higo’ y moros ‘morera’, hasta llegar al castellano como sicomoro o sicómoro.
De mōrus ‘oscuro’, ‘negro’, tomó su nombre la Mauritania, región del norte de África que se llamó así debido al color de la piel de sus habitantes, llamados maurus y, en los romances ibéricos, moros, adjetivo y sustantivo que hasta hoy se aplica en España a los musulmanes e, incluso, a los niños no bautizados.
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