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Palabra de la semana: Rapsodia

Sabemos que las obras atribuidas a Homero, antes de ser escritas, eran, en la antigua Grecia, poemas de tradición oral, como fue en la Hispania de la Reconquista el Cantar de Mio Cid. Estos poemas épicos eran declamados por aedas (ἀοιδός aoidós ‘cantor’) que circulaban por las diversas ciudades atendiendo a su público.


Aún después de que estos poemas hubieran sido escritos, había una especie de aedas que se dedicaba a recitar específicamente fragmentos aislados de la Ilíada o la Odisea. A estos aedas se les llamaba rapsodas. La palabra rapsodia procede del latín rhapsodĭa, la cual a su vez procede del griego ῥαψῳδία, sustantivo formado a partir del verbo ραψωδέω (rapsodeo) ‘atar, zurcir, ensamblar’ y ώδή (odé) ‘canción’. Rapsodia significa pues, ‘canción montada o ensamblada’ y también ‘partes ensambladas de un poema’.



En siglos más recientes, el vocablo que expresaba aquella tradición helénica fue retomado para significar la composición musical que se forma a partir de la unión de diversas unidades rítmicas y temáticas, que no tienen relación alguna entre sí. De hecho, la asociación entre rapsodia y música se originó en el siglo XVIII, siendo uno de los primeros ejemplos de ello el trabajo de Christian Schubart titulado "Musicalische Rhapsodien". En cualquier caso, el primer autor que se refirió a su propio trabajo con la palabra rapsodia fue el checo Václav Jan Tomásek que compuso hasta 15 de estas obras, la primera de ellas en 1810.


También es posible encontrar referencias a la rapsodia entre los trabajos de algunos de los más grandes compositores de todos los tiempos como es el caso de Brahms y su "Rapsodia para Alto" de 1869 elaborada como regalo de bodas para la hija de Clara Schumann.


Durante el siglo XIX la rapsodia pasó a ser fundamentalmente una colección de temas instrumentales, primero para piano y posteriormente, en la segunda mitad del siglo, en forma de grandes composiciones orquestales de marcado carácter épico y nacionalista siguiendo una moda impuesta por Franz Liszt.


A principios de siglo XX diversos compositores comenzaron a adaptar las rapsodias a los gustos de las clases más populares, extendiendo y haciendo popular el uso de este término para denominar ciertas obras. Este es el caso de "Rhapsody in Blue", compuesta por George Gershwin en 1924 combinando la influencia clásica con los por entonces modernos tonos jazzísticos. Gracias a este trabajo Gershwin se convirtió en uno de los compositores más valorados por el público estadounidense, así como uno de los más influyentes.

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