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Palabra de la semana: Tomate

Hoy en día el tomate es una de las claves de la dieta mediterránea y son numerosos los beneficios que aportan a la salud, tal y como la prevención de enfermedades cardiovasculares, prevención de algunos cánceres, tratamientos de diabetes o refuerzo del sistema inmunológico, tanto es así que el tomate se considera un superalimento.

El tomate, sin embargo, no procede de los países del Mediterráneo, sino de los bajos Andes, aunque se cree que fue en México donde se empezó a cultivar por primera vez. Cuando los conquistadores españoles llegaron a lo que hoy es México, quedaron fascinados por el color rojo del Solanum lycopersicon, que los aztecas llamaban tomatl (fruta hinchada) en lengua náhuatl y la denominaron tomate, palabra que está documentada en textos castellanos a partir del siglo XVI.

‘Los indígenas taxcaltecas y cempoaleses tuvieron aquel día por muy festival, porque no dexaron cuerpo de aquellos señores que no comiesen con chile y tomate. (F. Cervantes de Salazar: Crónica de la Nueva España [1544]).

La palabra había aparecido por primera vez en castellano en 1532, en un texto de fray Bernardo de Sahagún. Sin embargo, en 1571, otro fraile, Alonso de Molina, publica su documentado Vocabulario castellano mexicano, en el cual tomatl aparecía todavía con su forma nahaua, definido como ‘cierta fruta que sirve de agraz en los guisados o salsas’.


Este nombre se mantuvo en portugués y en francés, además del inglés tomato, pero los italianos, maravillados por el color dorado que el tomate presenta durante su maduración o bien porque los primeros tomates que llegaron a Europa eran de color amarillo, lo llamaron pomo d’oro ‘manzana dorada’ y también pomodoro.


Como durante mucho tiempo se atribuyó a este fruto un poder afrodisíaco, los franceses lo llamaron pomme d’amour ‘manzana del amor’. Sin embargo, hay quien afirma que este nombre se debe a otra razón: durante muchos años, la berenjena fue llamada en francés pomme des Mours ‘manzana de los moros’ porque se usaba mucho en la culinaria árabe, de modo que pomme d’amour puede ser una forma corrompida de este nombre.


Hasta el año 1820 existía la creencia popular de que los tomates eran venenosos y, por tanto, su cultivo, era principalmente ornamental. Según The Smithsonian, la creencia se remonta a los cubiertos de peltre, ricos en plomo, con los que los aristócratas europeos los comían. La acidez del tomate provocaba una reacción tóxica.

En México actualmente se llama tomate o tomatillo a una variedad de color verde, más pequeña que la que aparece en la imagen de arriba. Lo que en España llamamos tomate, en muchas partes de México se llama jitomate, del náhuatl xitomatl, ‘tomate de ombligo’.



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